El amarillo se asocia con la inteligencia, la juventud, la belleza y la sensualidad, pero también es el color de la mala suerte, y mucha gente se aferra a esta creencia para evitar tenerlo en el fondo del armario. El responsable de esta convicción es el dramaturgo Molière, que cuando interpretó su obra de teatro El enfermo imaginario, vistiendo de este color, tuvo fuertes ataques de tos y convulsiones a causa de la tuberculosis. Pocos días después, falleció. Un mal infortunio que hizo que, desde entonces, el amarillo estuviese prohibido sobre las tablas.
Todo lo contrario ocurre con este color en la zona del Bajo Aragón, que comprende las provincias de Teruel y de Zaragoza. Aquí, el amarillo es el color de la nobleza, de la esperanza, de la ilusión y, sobre todo, de su fruta más emblemática, conocida y reconocida: el «Melocotón de Calanda», el único con Denominación de Origen Protegida que hay en España.
El «Melocotón de Calanda» espera a que el verano termine para dar lo mejor de sí, es el fruto de hueso más tardío de todo Aragón y también uno de los más esperados. Su producción, recolección, aspecto, aroma y sabor, lo hacen visiblemente diferente al resto de melocotones que existen y es altamente valorado y reconocido en todo el mundo por su gran tamaño, excelente sabor, dulzura y grado de dureza. La época de comercialización del «auténtico» «Melocotón de Calanda» va desde principios de septiembre hasta finales del mes de octubre, dependiendo de los factores climatológicos.
Para garantizar sus propiedades estos melocotones son cuidadosamente tratados en el campo con la técnica del aclareo, que consiste en quitar el 70 % de los frutos existentes en el árbol hasta dejar una distancia cómoda de 20 centímetros entre fruto y fruto. Esta original técnica de cultivo da como resultado un fruto más voluminoso y carnoso, con un diámetro mínimo de 73 milímetros. Además, cada melocotón procedente de la Denominación de Origen Protegida, en los últimos dos meses de crecimiento, es embolsado uno a uno en el propio árbol. Esta tarea se realiza a mano desde el mes de junio y hasta el mes agosto. De este modo, madura dentro de una bolsa protectora traslúcida y transpirable.
A pesar de todo este trabajo, que le otorga unas características concretas convirtiéndolo en el mejor del mundo, solo entre un 15 y 20 % de la producción obtendrá la calificación de Denominación de Origen Protegida «Melocotón de Calanda». Además, su gran tamaño garantiza una buena cantidad de carne con una dulzura mínima de 12 grados Brix, que es la medida a partir de la cual el «Melocotón de Calanda» emite su atractivo aroma y su exquisita dulzura.
Su color fluctúa entre el amarillo pajizo y el crema, y es debido a que todos los melocotones protegidos por la Denominación de Origen proceden exclusivamente de la variedad autóctona de la zona, conocida como población «Amarillo tardío», y son cultivados mediante las variedades tradicionales, Jesca, Evaisa y Calante. Reconocerlos es fácil, gracias a su gran tamaño, color y a que cada pieza de fruta lleva una etiqueta negra numerada reconociéndolos como «auténtico» «Melocotón de Calanda» y cada caja lleva otra etiqueta, otorgada por el Consejo Regulador, que los identifica, cuya función es actuar de certificado y permitir el seguimiento del producto en la comercialización.
Las zonas productoras del «Melocotón de Calanda» engloban hasta 45 municipios del Bajo Aragón, como Alcañiz, Albalate del Arzobispo, Caspe, Chiprana, Fabara, Maella, Mazaleón y Puigmoreno, aunque el más conocido es, sin duda alguna, Calanda. Y es que esta localidad turolense es la cuna del cineasta internacional Luis Buñuel, máximo exponente en nuestro país de la corriente surrealista, donde tiene un centro de referencia nacional e internacional dedicado a él y a su obra: el Centro Buñuel de Calanda.
El «Melocotón de Calanda» es un alimento noble y una de las joyas de la despensa aragonesa más reconocidas en todo el mundo. Todas las características que lo hacen único en el mundo han llevado a la Denominación de Origen Protegida «Melocotón de Calanda» a lanzar el eslogan «Así, sin tapujos». Su apariencia no engaña: LO QUE VES, ES.